domingo, 10 de octubre de 2010

Los motivos del Lobo .- Rubén Darío


El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial;
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torbo animal.

Bestia temerosa de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal;
el lobo de Gubbia, el terrible lobo:
rabioso ha asolado los alrededores,
cruel ha deshecho todos los rebaños,
devoró corderos, devoró pastores
y son incontables sus muertes y daños.

Fuertes cazadores armados de hierros,
fueron destrozados, los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros
como de cabritos y de corderillos.

Francisco salió, al lobo buscó en su madriguera,
cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verle, se lanzó feroz
contra él, Francisco, con su dulce voz,
alzando la mano, al lobo furioso dijo:
—¡paz hermano!—
El animal, contempló al varón de tosco sayal,
dejó su aire arisco,
cerró sus abiertas fauces agresivas y dijo:
—Está bien, hermano Francisco.

—¡Como! —Exclamó el santo,
— ¿es ley que tú vivas de horror y de muerte?
La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
¿no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?

Y el gran lobo humilde: —es duro el invierno
y es horrible el hambre, en el bosque helado,
no hallé qué comer y busqué al ganado
y en veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador,
sobre su caballo, llevando el azor
al puño, o correr tras el jabalí,
el oso o el siervo; y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor;
y no era por hambre que iban a cazar.

Francisco responde:
—en el hombre existe mala levadura,
cuando nace viene con pecado, es triste;
mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener desde hoy qué comer,
dejarás en paz rebaños y gente en este país,
que Dios melifique tu ser montarás.
—Está bien hermano Francisco de Asís.

—Ante el Señor que todo ata y desata,
en fe de promesa, tiéndeme la pata.

El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a su vez, le alargó la mano.

Fueron a la aldea, la gente veía,
y lo que veía casi no creía;
tras el religioso iba el lobo fiero,
y baja la testa, manso le seguía,
como un can de caza o como un cordero.

Francisco llamó a la gente a la plaza
y allí predicó y dijo: —he aquí una amable caza,
el hermano lobo se viene conmigo,
me juró no ser más nuestro enemigo
y no repetir su ataque sangriento;
vosotros en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios.

—Así sea
—contestó la gente toda de la aldea,
y luego, en señal de contentamiento,
movió testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.

Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo

en el santo asilo,
sus bastas orejas los salmos oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias, hacía mil juegos,
cuando a la cocina iba con los legos,
y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.

Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba a las casas y le daban algo
qué comer; mirábanle como a un manso galgo.

Un día, Francisco se ausentó,
y el lobo dulce, el lobo manso y bueno,
el lobo probo, desapareció;
tornó a la montaña
y recomenzaron su aullido y su saña,
otra vez sintióse el temor, la alarma
entre los vecinos y entre los pastores,
colmaba el espanto los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera, no dio tregua a su furor jamás,
como si tuviera, fuegos de Moloch o de Satanás.

Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos le buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y penaban tanto
por aquel infame lobo del demonio.
Francisco de Asís se puso severo,
se fue a la montaña a buscar al falso lobo carnicero
y junto a su cueva halló a la alimaña.

—En nombre del padre del sacro universo,
¡conjúrote! —Dijo— oh lobo perverso
a que me respondas ¿porqué haz vuelto al mal?
¡Contesta, te escucho!
Como en sorda lucha habló el animal,
la boca espumosa, el ojo fatal:
—hermano Francisco, no te acerques mucho,
yo estaba tranquilo allá en el convento,
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía;

mas empecé a ver que en todas las casas
estaban: la envidia, la saña, la ira
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, lujuria, infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos;
hembra y macho eran como perro y perra
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies; seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.

Y así me apalearon y me echaron fuera
y su risa fue como una agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera
y me sentí lobo malo derrepente,
mas siempre mejor que esa mala gente.

Y recomencé a luchar aquí,
a me defender, a me alimentar,
como el oso hace, como el jabalí
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad;
vete a tu convento hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad.

El santo de Asís no le dijo nada,
lo miró con una profunda mirada
y partió con lágrimas y con desconsuelos.
Habló al Padre eterno con su corazón,
el viento del bosque llevó su oración
que era “padre nuestro que estás en los cielos”.


Una de mis favoritas :3, no solo es armónica sino que también tiene un sentido definido, explica el por qué de lo que obra el lobo. De sus acciones, las muertes que causa, el tan solo mata por hambre,en cambio los humanos no, el hombre es vil, es envidioso, mentiroso & egocentrista. Solo daña & no piensa en repercusiones ..en fin una poesía super cachilupi :B

Atte. Lía

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